martes, 30 de julio de 2013

Poema con resaltador (Gabriel Martino)

Gabriel Martino (1975) es pintor y poeta. Vive en la 2da sección de islas en San Fernando. Los poemas pertenecen a Mimbre aún inédito. Actualiza el blog: www.paraundiariodeislas.blogspot.com.ar


los dientes de la sierra
entierran la carne del árbol
caído
contra el lumbrón de la
tarde
caído
en la conjetura del temporal
un sauce
con todos los secretos del aire
caído
en cumplimiento del
yacer
cometió la proeza ciega
vengada
de llevarse de la percha
negra del poste
el triple cable de la electricidad
umbilicada
que alimenta la luz bajo la que
lo que escribo
avanza se compone
con impedido tiento
como un salmo


II
la cuadrilla
experta del monte
el gordo de la máquina
el capataz de las botas verdes
nuevas
de suela amarilla y ojos casi
velados de tan transparentes
un tercero, joven, inhábil
probablemente alemán
con el machete
acaso demasiado afilado
mancebía y sojuzgamiento
liberando el cable las ramas
caen
gruesas como su cintura
con la cilindrada de los años
la facilidad de la manteca un cuchillo caliente
concéntrica


bellísima es la luz del conjunto
y conmovedora la actividad insectuosa
pueril, inane
hombres en la maraña de las rositas
y de todo lo otro que hace
la expulsión de mi mirada extranjera
de pajuera su sangre
más buena que la hambre buena


todo es natural para ellos
para el monte en ellos que se cierra


en eso serán incluidos
sus huesos al compostarse
y no los míos no quedarán como
dura recia astilla
que cada tanto
la comadreja se dañe


pero poema que es rezo de inclusión
perro fallido en camuflarnos, siempre
diciendo uno cuándo no
la palabra otra que no era
la que no ruge el idioma
suave de las fieras
ni el silbo de los vientos
entre los importados álamos
acá estamos pues
escribas de la rara fosforescencia
sin hojitas que nos cubran
las orejas los silencios de creciente
y de esponja


cadaver levanta la mano dice
si puede ir al baño
pregunta
quevaser si nadie le



responde



Otro cantar


hagan lo que endiquen




los bordes núnca permanecen


estables




grita un gallo a la locura


del día por venir





toda la noche en su adivinación

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